Este año el aniversario se ve ligeramente empañado por las circunstancias que todos estamos viviendo, pero un décimo aniversario no se celebra cada día, y en nuestra residencia hay luz y vida. Se celebra esta conmemoración con la alegría de seguir creciendo y cumpliendo el objetivo con el que nació: al tratamiento y rehabilitación psicosocial de personas con discapacidad intelectual y graves trastornos del comportamiento, con el objetivo de ayudar al usuario a controlar su conducta, a ser más autónomo, y a reintegrarse en la sociedad, bien en el domicilio familiar o en un recurso apropiado.
Hemos visto partir con gran satisfacción a algunos de nuestros usuarios, completando de pleno derecho su reincorporación en una vida normalizada. Otros continúan trabajando por su futuro, con esfuerzo, ganas e ilusión. Son 45 plazas, 45 personas que reciben una atención profesional, integral y personalizada.
El día comenzaba con una ofrenda y agradecimiento en la capilla de la Fundación junto a las hermanas. Entre todos, una oración emocionada, con la esperanza de seguir en el camino que nuestras fundadoras iniciaron, con la ilusión de seguir innovando, con la adaptación y apoyo de las necesidades que requieren los residentes, con una petición especial para que nos ayude y de fuerzas en este año tan inverosímil y complicado, y con el deseo de seguir trabajando en pro de verlos integrados como merecen.
A lo largo de la semana se realizarán diversas actividades y actos en torno al acontecimiento que se celebra, “no como nos hubiera gustado, junto a familiares, profesionales y personal de la Fundación, pero la seguridad de nuestros residentes es lo primero” destacaba Andrés Román, Coordinador de la Residencia RDP, pero igualmente invitaba a celebrar en la distancia, manteniendo encendida la llama de la hospitalidad.